Una gran colmena puede contener la cantidad de 80.000 abejas, tantas como la ciudad de Cádiz, sin que exista el más mínimo riesgo de que por el incesante ir y venir de los pequeños insectos se provoque confusión o desorden, nada más lejos de la realidad, el orden y concierto es su principal característica.
En la colmena vive una sola reina, única hembra fértil, cuya misión consiste en poner constantemente huevos, además a la reina la acompañan algunos centenares de zánganos, que son los machos de la colmena, provienen de huevos sin fecundar y se dedican a vivir ociosamente, son incapaces de desempeñar ninguna labor, se les mantiene hasta que nace una nueva reina, en cuyo momento las obreras los matan o son expulsados ante la falta de comida.
Las obreras completan la organización de castas por las que se rigen las colmenas, forman la mayor parte de la población de la colmena. Entran y salen constantemente, volando hasta las flores y regresando con su carga de néctar y polen.
El néctar, que succionan mediante una trompa, lo transportan en una especie de bolsa que almacena hasta 50 miligramos; y el polen, en dos bolsas colocadas en las patas posteriores.
Con estos ingredientes, las abajas preparan un liquido dulce y muy viscoso llamado miel con la que alimentan a las larvas hasta que llega el momento de la metamorfosis.
La miel es muy apreciada por sus aplicaciones culinarias,usada principalmente en cocina y pastelería,además de por sus numerosas propiedades terapéuticas.
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